PETER SINGER / PAULA CASAL
Cada vez se sabe más sobre los chimpancés, los bonobos, los gorilas ylos orangutanes, y se ve más claramente lo mucho que se parecen a losniños humanos de dos a tres años. Gracias a organizaciones comoProyecto Gran Simio, son más los países que les dan una protecciónlegal especial, hay más juristas dispuestos a defender los derechos de los simios, más peticiones de «habeas corpus» y más juicios en losque se debate la posible personalidad legal de nuestros hermanosevolutivos. Sin embargo, muchos países siguen sin darles la protección adecuada, y nuestros primos primates no solo están amenazados por elcambio climático, las pandemias y la tala de bosques, sino que también sufren el acoso de los cazadores furtivos que los secuestran parazoos y espectáculos, para venderlos como mascotas o para comerciar con su carne. Es necesario por eso un gran esfuerzo de coordinacióninternacional para que puedan sobrevivir como especie y ser respetados como individuos.Ante la urgencia de esta defensa, se hace preciso responder apreguntas como: ¿qué derechos deberían concederse a los grandessimios?, ¿en qué se diferencian los d